Astrid Sánchez es periodista, activista y sobreviviente de feminicidio. Su caso se suma al de cientos de mujeres en México que, ante la autoridad judicial, no logran “comprobar” que su vida estuvo y está en riesgo.
En abril de este año, Astrid Sánchez le abrió la puerta de su casa a su expareja sin imaginarse que intentaría ahorcarla en dos ocasiones. Pero ni esto ni los antecedentes de violencia que ejerció sobre la joven durante su relación fueron suficiente para que la jueza considerara la tentativa de feminicidio.
El pasado 9 de septiembre, luego de varios retrasos, se llevó a cabo la primera audiencia inicial contra Edwin 'N', en la que se determinaría su imputación y vinculación a proceso por el delito de feminicidio en grado de tentativa.
En su lugar, la jueza de control Elsy del Carmen Villanueva, del Poder Judicial del estado de Yucatán, reclasificó el delito a lesiones simples y desestimó el intento de feminicidio que sufrió Astrid Sánchez, así como el riesgo que corre su vida dejando a su agresor libre.
"Desde el paso uno, la jueza me está cerrando por completo el acceso a la justicia y está invisibilizando que la tentativa de feminicidio existe", dice Astrid Sánchez en entrevista con Marejada.
"Con lo poco que tenía de aire, rogué por mi vida"
La noche del 14 de abril, Edwin llegó a casa de la periodista en Mérida, Yucatán. Meses antes, ella había terminado la relación que sostuvo con él durante año y medio, periodo en que ejerció violencia de diversos tipos.
Edwin se presentó sabiendo que Astrid estaba sola en casa, pues su mamá y su hermana —con quien vive— estaban en el pueblo del abuelo. No hay una razón para que la joven explique por qué aceptó hablar con su exnovio aquel día, pero aún así lo hace:
"Yo accedo a hablar con él porque 20,000 veces habíamos hablado y no me había agredido físicamente. Lo dejo pasar a mi domicilio y después de una muy larga plática, en la que yo le doy todas mis razones por las cuales no quiero ni puedo continuar con él, me dice: ¿está segura que vas a poder vivir sin mí? Yo le digo que sí, y es cuando me ahorca por primera vez", narra.
Astrid es enfática en señalar que este es un aspecto importante que la jueza tuvo que haber tomado en cuenta al momento de la imputación, pues se comprueba que la agresión fue derivada de su negativa de retomar la relación sentimental, un aspecto que se reconoce en el Código Penal de Yucatán y en estándares nacionales e internacionales en materia de violencia de género y feminicida.
A continuación se describen escenas de violencia que consideramos necesario incluir porque forman parte de las declaraciones de la víctima ante las autoridades y, pese a ser cruciales, fueron desechadas por la jueza.
"Él (Edwin) me sostiene el cuello con las dos manos y ejerce presión; yo empiezo a tener dificultades para respirar. En esos segundos solo piensas en sobrevivir, pensé 'no quiero que mi mamá me encuentre aquí tirada'. Entonces, como pude, porque ya casi no me entraba aire, le dije 'perdóname, perdóname, vamos a hablarlo'", describe Astrid.
Eso sirvió para que el sujeto le soltara el cuello, pero no para quitárselo de encima. Astrid seguía en shock y no entendía lo que pasaba, no entendía que eso le estuviera pasando a ella.
De pronto, Edwin le recrimina que si ella publica en redes sociales lo que acababa de pasar le destruiría la vida, pues su círculo de apoyo lo catalogaría de "potencial feminicida".
"Mientras yo pensaba '¿no te das cuenta que tú me estás destrozando la vida a mí?', él me dice: no, me vas a denunciar, y si de todas formas ya valió madre, y si de todas formas me voy a la cárcel, mejor termino lo que empecé", recuerda la joven.
En ese momento se abalanzó otra vez sobre Astrid y, con las dos manos, la volvió a tomar del cuello.
"Con lo poco que tenía de aire y de voz, rogué por mi vida. Traté de esforzarme y le dije: te juro por mi mamá y por mi hermana que no (voy a denunciarte)".
Astrid Sánchez, sobreviviente de feminicidio.
De esa manera convenció a Edwin de no matarla y de que saliera de su casa. Para entonces ya era la madrugada del 15 de abril y Astrid se comunica con un amigo, quien la lleva a casa de otra amiga para tratar de ponerla a salvo.
A lo largo de ese día Astrid intentó "procesar" lo que había vivido para después presentar la denuncia ante el Centro de Justicia para las Mujeres del estado de Yucatán por intento de feminicidio.
Ahí, Astrid testificó no solo lo ocurrido durante la noche del 14 y la madrugada del 15 de abril, sino los antecedentes de violencia en la relación: desde revisar el celular de Astrid hasta prohibirle tener amistad con hombres, manipularla y autolesionarse como amenaza de quitarse la vida si ella lo dejaba.
"Intentó matarme, y no fue mi percepción"
En la audiencia del pasado 9 de septiembre se presentaron las pruebas periciales de las lesiones que sufrió Astrid en abril, así como los testimonios de dos personas que sabían de la violencia ejercida por Edwin durante su noviazgo.
Es común que en casos de tentativa de feminicidio o de feminicidio no haya testigos presenciales, pues la mayoría de las agresiones ocurre en la casa de la víctima o del agresor.
Esto y las marcas que presentaba Astrid al momento de denunciar, incluso el hecho de que siguiera viva, bastaron para que la jueza Villanueva Segura pusiera en duda todo, sin apegarse a los protocolos de justicia con perspectiva de género.
"La jueza desestimó las versiones de mis testigos porque dice que no tienen que ver con lo que yo estoy denunciando, que no estuvieron presentes y que 'obviamente, te quieren mucho y te van a dar la razón'. También me dice que cómo es posible que yo diga que me ahorcó con las dos manos si nada más me encontraron enrojecimiento en el cuello de un lado, y que si estaba acercándome hasta ese grado cómo pude emitir palabra alguna", resume Astrid.
En tanto, la defensa de Edwin usó el diagnóstico de ansiedad que tuvo Astrid hace dos años a causa de la carga laboral para desestimar su denuncia.
"Yo le comento a la fiscal que a causa de este evento, de mi agresión, vuelvo a tener episodios de ansiedad y que de vez en cuando tomo el medicamento que me prescribieron hace dos años por estrés laboral. De ahí se agarra la defensa de mi agresor para decir que yo tengo un trastorno de ansiedad y que eso me provoca 'temores sin sustento'".
La jueza le dio la razón a Edwin y sus abogados, y la respuesta que recibió Astrid fue:
“Sí te agredió, pero no te quería matar, esa fue una percepción errónea de tu realidad derivada de la ansiedad. Él solo te quería agredir, pero a mí no me consta que quisiera acabar con tu vida”.
Lo anterior fue determinado por una jueza de control en una etapa inicial, es decir, la jueza no tiene pruebas para afirmar el estado mental de Astrid al momento de la agresión. No hay dictamen psiquiátrico ni investigación de los hechos.
"En toda esa audiencia sentí que yo era la culpable, que casi casi le tenía que pedir disculpas al tipo por denunciarlo. Pero sé que no, él intentó matarme, y no fue mi 'perspectiva errónea'", sostiene la joven.
El agresor está libre y Astrid sin protección
Si la jueza hubiera declarado la imputación y vinculación a proceso por el delito de tentativa de feminicidio, a Edwin se le hubiera dictado prisión preventiva oficiosa como medida preventiva.
Pero al reclasificar el delito como lesiones simples solo se le impuso la prohibición de salir de Yucatán y no puede estar cerca de Astrid ni de su familia a menos de 100 metros de distancia. Son las únicas "medidas de protección" con las que la joven cuenta actualmente.
En su momento Astrid obtuvo medidas de protección y custodios, pero le fueron otorgados por solo dos meses y aún así no sirvió de nada. En una ocasión, Edwin entró al mismo restaurante en que ella estaba. Sus escoltas no siguieron los protocolos, por desconocimiento o por omisión: no lograron detectarlo y, cuando lo hicieron, no lo detuvieron.
Hoy, Astrid enfrenta una nueva batalla, esta vez contra el sistema de justicia que dejó libre a su agresor. El 12 de septiembre acudió al Consejo de la Judicatura del Poder Judicial del Estado de Yucatán para presentar una queja ante el magistrado presidente, Mario Alberto Castro, contra la jueza que obstaculizó el primer paso que se necesita para obtener justicia.
En el estado de Yucatán solo hay 29 sentencias condenatorias por tentativa de feminicidio de 2014 a la fecha, de acuerdo con un reportaje realizado por Astrid Sánchez luego de su agresión.
"Estamos hablando de ocho años en los que solo hay 29 sentencias contra más de 13,000 denuncias ante la Fiscalía de Yucatán por violencia contra las mujeres, que puede ser desde gritoneos hasta que casi casi llegan muertas".
Astrid Sánchez, sobreviviente de feminicidio.
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